DE LA PESETA AL EURO

La última crisis que afectó a España, la crisis de 2008 que sacudió a buena parte de Europa, reanudó el debate de la moneda compartida: el euro.

España cumplía los criterios de Maastricht, que permitían la entrada a la Unión Europea.
El 1 de enero del 2002 el euro entró en circulación en España. La economía estaba en fase expansiva y la llegada de la nueva moneda se trató con alegría. Parecía que el atraso del pasado quedaba precisamente ahí: habíamos entrado  en "el club de los países ricos europeos".

En 1997 comenzó dicha fase expansiva de la economía y con el euro esto siguió su curso hasta 2007. El optimismo español estaba a niveles nunca vistos y parecía que la crisis nunca volvería.

Sin embargo, en 2007 estalló la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y todo cambió; la tasa de desempleo comienza a crecer, cerca al 50% en los jóvenes y la economía española ve pasar uno de sus mejores periodos de su historia.  España asistió a una burbuja inmobiliaria que llevaría al país a una situación límite. En 2007, del total del crédito español, un 60% estaba destinado a la construcción y a la compra-venta de viviendas, por un valor que llegaba al billón de euros que suponía el 100% del PIB. El milagro económico español había llegado a su fin.

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Algunos expertos razonaron que devolver la soberanía monetaria a algunos países de la Unión Europea podría ser beneficioso dado que se podría realizar un ajuste del tipo de cambio nominal para recuperar la competitividad de manera rápida cuando han aparecido los desajustes. Los economistas del banco Natixis aseguraron que España estaría mejor actualmente si hubiera devaluado la peseta o esta se hubiera depreciado en el mercado de divisas.
El Banco de España también señaló que la depreciación podría llevar a elevar la competitividad, aumentando la cuota de mercado en materia exportadora.
La Unión Europea supone que al compartir una misma moneda la única opción sea la reducción de los costes laborales y de los beneficios distribuidos, un proceso duro y complejo (devaluación interna).

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Durante la crisis de 1992-93 se dió la devaluación de la peseta y la producción cayó en un 5%. Sin embargo, en la crisis de 2008, se intentaron corregir los desequilibrios con con la devaluación interna lo que supuso el descenso de un 10% del PIB y un incremento del 11% del paro.


Aun así, pertenecer a una comunidad tan grande con una moneda fuerte trae consigo ventajas. La moneda común supone para España que se abaraten las importaciones, atrae el capital extranjero dado que constituye un síntoma de estabilidad y confianza económica, abarata las materias primas y el precio de la energía  debido a que importa el 75% de la energía que consume, aumenta la capacidad adquisitiva de empresas y particulares que deciden salir de la euro-zona y ayuda a controlar la inflación.

Son numerosos los argumentos que podrían darse a favor y en contra de ambas posiciones, pues resulta complejo determinar cuál sería situación ideal.











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